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miércoles, 23 de octubre de 2013

PARÁBOLA DEL BUEN SAMARITANO



*Lucas 10: 25-37

Y he aquí un intérprete de la ley se levantó y dijo, para probarle: Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna? Él le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees?  Aquél, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo
tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con  toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo. Y le dijo: Bien has respondido; haz esto, y vivirás. Pero él, queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo? Respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalén a
Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto. Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, pasó de largo. Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y  viéndole, pasó de largo. Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia; y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él. Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré
cuando regrese. ¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? Él dijo: El que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo.


Con ocultas intenciones fue formulada la pregunta a Jesús por parte del interprete de la Ley, quería probarle a El y a sus enseñanzas llevando la conversación a su terreno, hablando sobre la Ley supondría que Jesús se encontraría acorralado, que no la conocería igual que el.
Jesús en su respuesta le está diciendo de otra manera que debe hacer lo que el ya sabe, pero no le esta diciendo que la Ley es la que le dará la vida eterna, Jesús sabe perfectamente que es incapaz de cumplirla nadie a la perfección, ningún hombre podía hacerlo pero el legalista preguntó sobre la Ley y Jesús le respondió con ella, añadiéndole después de la segunda pregunta (Quien es mi prójimo) la parábola que utiliza en este caso:
Las tareas de los sacerdotes eran principalmente dos; llevar a cabo los ritos religiosos y la comunicación con Dios, representar al pueblo delante de Dios y a Dios delante del pueblo.
Los levitas eran inferiores a los sacerdotes jerárquicamente hablando, eran los encargados del culto, cuidaban del santuario y ayudaban a los sacerdotes, pero al igual que los sacerdotes tenían un profundo conocimiento de la Ley.
Tanto uno como otro conociendo la Ley estaban obligados a socorrer al hombre herido, aquí podemos suponer varias cosas pero me inclinaría a pensar que ninguno de los dos lo hace por que el hombre debería parecer muerto a causa de su estado, la ley prohíbe que un sacerdote toque un cuerpo muerto (Lev. 21:11 “Ni entrará donde haya alguna persona muerta, ni por su padre, ó por su madre se contaminará”). El levita también, quedará inmundo si toca un cuerpo muerto.
Jesús esta diciéndole, haciendole ver al levita que; ser buen conocedor de la ley no es lo mismo que amar a Dios o al prójimo, justo lo que el escriba acaba de responderle que son los requisitos necesarios para alcanzar la salvación.
En aquellos tiempos ser samaritano era sinónimo de ser despreciado (Juan 8:48), y los judíos trataban de evitar todo tipo de contacto con ellos (Juan 4:9). Para los judíos el prójimo no eran los gentiles, pero especialmente los samaritanos pues eran descendientes de gentiles (II Reyes 17–18), y para todo judío, una raza contaminada, para ellos el prójimo era alguien de su propia nación, sus amigos, y no cualquier persona, mucho menos un samaritano, podríamos decir que tenían actitudes racistas.
Es por esto que utiliza Jesús a un samaritano y no cualquier gentil para la ilustración de esta parábola, un samaritano dispuesto a acercarse al herido, vendar sus heridas y echarles aceite y vino (productos usados en aquella época como medicamentos).
Ahora imagina la cara que se le quedaría al levita oyendo que fue un samaritano y no el sacerdote o el levita quien estaba cumpliendo realmente la Ley. Despues de exponer su parábola, Jesús hace la pregunta clave de esta enseñanza pues el escriba ha entendido el significado, Jesús ha tocado puntos sensibles para un judío, ha puesto a un detestable samaritano como ejemplo a imitar.
Jesús muestra ante todos lo que hay realmente en el corazón del levita, en el corazón de cualquiera de nosotr@s, la  respuesta revela que él todavía no está listo para aceptar al samaritano como su prójimo; nosotros si?, lamentablemente todavia existen muchos prejuicios tanto territoriales como raciales. 
Jesús le ha respondido que él debía ser el prójimo de cualquier persona que necesitara de su ayuda. No debía limitar por razones de procedencia o raza el mandamiento de Dios. Jesús le dice que como conocedor de la Ley debe seguir el ejemplo del samaritano, le está mostrando que prójimo es cualquiera que necesite de su ayuda, sea quien y de donde sea, cualquier hombre.
Jesús demuestra cómo un samaritano puede estar más cerca del reino de Dios que un judío sabio y conocedor de la Ley pero con un corazón en el que no se encuentra amor.
No era un nuevo conocimiento de la ley lo que necesitaba el maestro sino un nuevo corazón, una aplicación correcta de la Ley “amaras a tu prójimo como a ti mismo”.
Herman@ no deben existir ni fronteras ni ideales que limiten quien es o no es nuestro prójimo, y en ocasiones choca con lo que estamos acostumbrados, con nuestras creencias o ideologías, sea de donde sea cualquier persona, y no hay excusa posible es de obligación tratarle como a nosotros mismos. Termino este estudio con un fragmento de uno de sus versículos, el versículo que siempre deberíamos tener tanto en mente como en el corazón:

Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo.



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