Juan 11: 25-26
Le dijo Jesús: Yo soy la
resurrección y la vida; el que cree en
mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá
eternamente. ¿Crees esto?
Son las palabras que pronunció Jesús
a Marta, hermana de Lázaro, cuando esta fue a recibirle. Lázaro llevaba ya
cuatro días en el sepulcro.
Jesús de Nazareth le revelo a Marta
lo que El es “la resurrección y la vida”.
La escena que encuentra Jesús es la
de dos hermanas y a todos los que a ellas se unieron, acompañándolas en su
dolor, llorando la muerte de su hermano, amigo, vecino. Lagrimas por un ser
querido producidas por el interno e intenso dolor, el dolor que produce la
perdida de cualquier ser amado.
Se nos dice que en ese momento
Juan 11: 33-36
Jesús entonces, al verla llorando, y
a los judíos que la acompañaban, también llorando, se estremeció en espíritu y
se conmovió, y dijo: ¿Dónde le pusisteis? Le dijeron: Señor, ven y ve. Jesús
lloró. Dijeron entonces los judíos: Mirad cómo le amaba.
Todos los presentes vieron a Jesús
llorar ante la perdida de un ser amado; lloró pues es capaz de ver y comprender
el dolor humano, el mismo lo padeció. Jesús ya sabía que sucedería al abrir el
sepulcro donde estaba el cuerpo ya empezando a descomponerse de Lázaro. Aún así
compartió el dolor con los allí presentes, Jesús lloraba por el resultado del
pecado en el mundo; la muerte.
Jesús ama al hombre y llora al ver
las consecuencias del pecado original, sabe como podría ser todo y llora ante
lo que hay.
Jesús llora esta vez, tal como dice
el versículo final anterior “Mirad cómo le amaba.”, por Amor al
hombre.
Le responden a Jesús ante su
pregunta “Señor, ven y ve.”:
Le mostraron a Jesús el lugar del
sepulcro, una gran losa cubriendo la estancia en donde estaba el cuerpo ya sin
vida de Lázaro.
Juan 11: 39
Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta,
la hermana del que había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro
días.
El olor que despide cualquier cuerpo
en estado de descomposición es tremendo, insoportable, vomitivo; tardas días en
olvidarlo, parece que aun lo estés oliendo.
Lo que solemos decir “olor a muerte”
para muchos es el resultado del proceso biológico que descompone un cuerpo;
para cualquier Cristiano es el olor del resultado del pecado.
Es todo lo que le podían mostrar al
Señor, lo que trajo al mundo el pecado ahora en el cuerpo de su amigo Lázaro.
Jesús ya sabe que el cuerpo de
Lázaro será restituido a su estado anterior, sabe que volverá a vivir. Todo
esto hablando de la muerte corporal, inevitable para todos.
Podemos estar vivos en cuerpo y oler
a muerte por tener el corazón apartado de la voluntad de Dios.
Podemos perfumar o disfrazar
nuestros actos o sentimientos que nos apartan de dicha voluntad: Tan solo hay
una manera de poder evitar que desprendamos ese olor; aceptar la llamada del
Señor, acercarnos a El, obedecerle.
No es a “través de El” y de sus enseñanzas que podemos ser salvos, no por
mucho que leamos y estudiemos La
Palabra lo somos, no por predicar mejor que otros, no por
mostrar al mundo nuestras buenas obras, tan solo hay una manera; es por El, por
dejarle morar en nuestro interior, por dejarle a El vivir y utilizar nuestro
cuerpo, espíritu y alma.
Nada de lo que El dijo y nos enseño
sirve para nada si realmente no le dejamos vivir en nuestro interior. La única
manera de vencer nosotros a la muerte, por mucho que nos empeñemos en intentarlo
de diferentes maneras es dejando que la única medicina que nos salve viva
dentro de nosotros. Y para hoy terminar el versículo con el que empecé, medítalo:
Juan 11: 25-26
Le dijo Jesús: Yo soy la
resurrección y la vida; el que cree en
mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá
eternamente. ¿Crees esto?
3 comentarios:
En Siria prevelece la costumbre de envolver al muerto. Por lo regular se le cubre la cara con una servilleta, y entonces se envuelvel las manos las manos y los pies con lienzos de lino. Entonces se pone el cuerpo sobre el ataud, con un palo en cada esquina, y asi los hombres lo llevan a la fosa sobre sus hombros para ser enterrado. La descipcion de Lázaro cuando Jesús lo llamó de la tumba, Indica que la misma costumbre era practicada en aquellos dias. Juan 11:44.
El entierro sigue pronto a la muerte. El entierro de un muerto en oriente se efectúa enseguida que acontece la muerte, usualmente el mismo día. La gente en esas regiones tienen la idea primitiva de que el espíritu de la persona que muere, se queda sérca del cuerpo por tres días después que acontece la muerte. Los lamentadores piensan que el espíritu puede oír los lamentos de pena. Martha sin duda pensó que ya no había esperanza de que reviviese el cuerpo de su hermano, porque hacía cuatro días que estaba en la tumba. Juan 11:39.
Gracias por tus interesantes aportes hermano Alfredo Flores, muy interesantes como ampliación.De hecho en la que será la última (creo) parte de Lázaro uno de los aspectos que serán nombrados es en referencia a los envoltorios mortuorios de Lázaro. Agradecemos tus comentarios de corazón. Toda Gloría a Dios.
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