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lunes, 16 de junio de 2014

ESAÚ.



Esaú; “velludo” tal como se nos indica en Génesis 25: 25 «era todo velludo como una pelliza».
Hijo mayor de Isaac y Rebeca, estéril ella, hermano gemelo de Jacob.
Se le llamaba también Edom, que significa «rojo», más adelante veremos el por que de este nombre.
De su descendencia se formó el pueblo Edomita o Idumeo. Los descendientes de Esaú fueron llamados edomitas y así el lugar donde habitaron, por lo cual la tierra tomó el nombre de Edom. Más tarde, los edomitas fueron llamados idumeos por los romanos.
Edom ocupaba la región montañosa al sureste del Mar Muerto, llamada originalmente Monte de seir (significa velludo), otra alusión al nombre de Esaú.
Fue una persona del campo, era un gran cazador y además era el hijo predilecto de su padre Isaac ( Génesis 25: 28).
Hemos citado antes de que Esaú era gemelo de Jacob, fue Esaú quien nació primero, por lo tanto el primogénito. Su hermano gemelo, Jacob, nació con su mano agarrando el calcañar de Esaú, lo tenia agarrado dando a entender la lucha que ya en el vientre materno se libró entre los dos hermanos a fin de obtener la primogenitura.
Dios mismo anunció que su hermano Jacob sería quien obtuviera en el futuro la bendición de su padre, dijo ya antes de que nacieran que la supremacía sería de Jacob.

Génesis 25:  22-23
Y los hijos luchaban dentro de ella; y dijo: Si es así, ¿para qué vivo yo? Y fue a consultar a Jehová; y le respondió Jehová: Dos naciones hay en tu seno, Y dos pueblos serán divididos desde tus entrañas; El un pueblo será más fuerte que el otro pueblo, Y el mayor servirá al menor.

Esaú aproximadamente a la edad de 40 años (Génesis 26: 34) tomó dos esposas hititas: Judit hija de Beeri, y Basemat hija de Elón, a las cuales odiaban tanto Isaac como Rebeca (26: 35).
Debido a los acontecimientos que seguidamente comentaremos juró que algún día iba a matar a su hermano Jacob.
Cuando fue consciente de que sus padres no aprobaban su unión marital con sus dos esposas caananitas, Esaú fue a la tierra de Ismael, su tío, y tomó a la que fue su tercera esposa, Mahalat, hija de Ismael y por lo tanto prima suya.(28: 8-9).
En las escrituras se le conoce por dos grandes motivos; uno por haber vendido su primogenitura a su hermano Jacob y, con toda seguridad conociendo un poco de su carácter, lo que más le dolió; perder la bendición paterna.
Vamos a ver ahora tal como comentaba al principio el motivo por el que era también llamado Edom (rojo), viene perfectamente explicado en La Palabra de Dios.

Génesis 25: 29-30
Y guisó Jacob un potaje; y volviendo Esaú del campo, cansado, dijo a Jacob: Te ruego que me des a comer de ese guiso rojo, pues estoy muy cansado. Por tanto fue llamado su nombre Edom.

En los siguientes versículos vemos lo que fue capaz de hacer por un simple plato de “guiso rojo”

Génesis 25: 31-34
Y Jacob respondió: Véndeme en este día tu primogenitura. Entonces dijo Esaú: He aquí yo me voy a morir; ¿para qué, pues, me servirá la primogenitura? Y dijo Jacob: Júramelo en este día. Y él le juró, y vendió a Jacob su primogenitura. Entonces Jacob dio a Esaú pan y del guisado de las lentejas; y él comió y bebió, y se levantó y se fue. Así menospreció Esaú la primogenitura.

Como llegó definitivamente a perder la bendición paterna Esaú sabemos que fue por un engaño, a raíz del cual fue su hermano quien recibió la bendición de Isaac (lo ampliaremos en el estudio de Jacob). El resultado fué que se sintió engañado, robado, privado de todo lo que le correspondía:

Génesis 27: 41
Y aborreció Esaú a Jacob por la bendición con que su padre le había bendecido, y dijo en su corazón: Llegarán los días del luto de mi padre, y yo mataré a mi hermano Jacob.

Varias son las enseñanzas que se nos muestran en la persona de Esaú:
Esaú puede parecer viéndolo con ojos de hombre mucho mejor y más dotado física e intelectualmente que su hermano Jacob. No siempre se puede juzgar a alguien por las apariencias, a decir verdad; nunca. Se debe siempre mirar el interior de la persona. Así es como juzga Dios a los hombres, a ti y a mi, a todos. Esaú era el tipo de hombre, joven, fuerte, admirado por los demás. Era el típico con un formidable aspecto exterior, el cual distaba mucho de su personalidad interior. No tenía ninguna comprensión, capacidad o deseo de ocuparse de asuntos espirituales. Tenía grandes pasiones, pero carecía de fuerza interior y de autocontrol. Tan solo le importaba el mismo, es por eso que vende su primogenitura a cambio de; un guiso de lentejas!
Esaú era tremendamente materialista y mundano, pero tenía que ser como primogénito el que recibiese la bendición paterna.
Esaú no dio a este privilegio ningún valor y tampoco quería ser el sacerdote de la familia, con la responsabilidad que ello requería.
Sería como el que tan solo desea aprovecharse de los beneficios, de las bendiciones, pero sin mantener ningún tipo de compromiso u obligación a cambio, sin tener ningún tipo de responsabilidad “He aquí yo me voy a morir; ¿para qué, pues, me servirá la primogenitura?”
Tan solo por satisfacer una pequeña e insignificante necesidad física fue por lo que Esaú vendió todos sus derechos y obligaciones a su hermano Jacob.
Renunció a toda obligación en cuanto a vida espiritual se refiere, pensó y actuó tan solo como hombre.
Si dedicamos toda o en gran parte nuestra vida a lo físico, lo material, lo perecedero, a todo lo que es pasajero y temporal somos como Esaú.
La Biblia nos muestra otra y gran manera diferente y correcta de vivir:
Un Cristiano es toda persona que ha escuchado, aceptado y obedecido el mensaje del Evangelio, se ha sentido lleno de la gracia de Dios aceptando la obra de Jesucristo en la cruz y le ha incorporado a su vida dejándole el espacio en su corazón que antes ocupaba su yo.
Muchos Cristianos hoy en día, quizás por influencias tanto mundanas, como de erróneas o falsas doctrinas viven una vida a lo Esaú, incluso a veces, exageradamente, se tiene más obsesión e idolatría a lo material que cualquier hombre no creyente o de cualquier religión.
La pregunta final sería si estamos dispuestos a no vender nuestras obligaciones, a no aceptar el modo de vida que nos marca El Señor, a dejar escapar por nuestro comportamiento todas las bendiciones que Dios nos tiene reservadas y tan solo a cambio de cualquier plato de guiso rojo.

 



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