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viernes, 14 de febrero de 2014

FEBE. Fiel diaconisa y honrada mensajera.



Una  de las tentaciones más insidiosas que acecha al hombre es la tendencia a lo que podríamos llamar el “egocentrismo”, que es la subordinación de todas las cosas a los intereses personales de uno mismo. Aquella constituye verdaderamente un atractivo pero, no hay ningún otro que conduzca con tanta seguridad a la perdición. Al decir Jesús · cualquiera que quisiera salvar su vida la perderá “ se refería precisamente a esta tentación y sus consecuencias fatales
La verdad es que el hombre en sí, por más importante que parezca a sí mismo carece de significado, puesto que, no es un fin en sí mismo. Ha sido creado con un propósito y su Creador le ha señalado su fin supremo, que es glorificarle a El. El dedica su vida al servicio del Altísimo, aun hasta el límite extremo de
perderla, cumple su finalidad y no será sin su recompensa eterna.
Una de las nobles mujeres de la Iglesia Primitiva que ha demostrado la veracidad de este principio, ha sido Febe de Cencreas. En lo tocante a su vida personal sabemos poco pero referente a la clase de persona que era, sabemos mucho y eso es lo más importante.
LA FIEL DIACONISA
“ Febe, nuestra hermana, la cual es diaconisa de la iglesia que esta en Cencreas……ha ayudado a muchos y así misma “ dice Pablo, al presentarla a los cristianos en Roma. Tan apreciada era su ayuda en pro de los santos de Acaya y de los viajeros cristianos que tocaban en el puerto de Cencreas, próximo a Corinto, que Pablo coloca su nombre a la cabeza de la nómina de los fieles hermanos de este comarca. “Que la recibas en el Señor, como es digno de los santos, y que ayudéis en cualquier cosa en que os hubiera menester “, dice a lo romano, en una referencia que para ella ha ido un momento de alabanza durante casi dos mil años, y seguirá siendo un reto y una fuente de inspiración a todo fiel seguidor del Maestro hasta el fin de los siglos.
A raíz de las enseñanzas impartidas por los primeros misioneros que llevaron el evangelio a Cencreas, Febe pronto se dio cuenta de la enorme diferencia entre su antigua manera de vivir y la del discípulo de Cristo, pudiendo ver a pesar de todo sacrificio que exigia, la vida en Cristo ejemplificada por los misioneros era más abundante y gozosa que la de un “ególatra “ . Fiel a su nombre, el mismo que el de la diosa de la Luna que significa “lumbrera” Febe prefirió la luz a las tinieblas. Con que claridad en sus epístolas Pablo sostiene que el deber de todo cristiano es ser luminaria en medio de la densa oscuridad del paganismo (Filp. 2: 5 ). Una vez convertida, Febe resolvió nunca esconder su luz debajo de un almud.
Su entusiasmo y consagración en el cumplimiento de sus deberes y su celo para llevar la luz a otros no pasaron inadvertidos en la iglesia de Cencreas, donde llegó a ser una de las primeras, si no la primera diaconisa. Teodoreto de Ciro escribiendo en el quinto siglo después de Cristo, afirma que cumplió tan fielmente los deberes de esta ocupación que llegó a ser la diaconisa ejemplar de fama mundial. “la fama de Febe se había extendido “ dice, por todo el mundo, no solamente era conocida por los griegos, sino también por los romanos “.
El diaconato tuvo su origen en la iglesia de Jerusalén durante el tiempo en que
los hermanos vivían una vida comunal. No pudiendo los Apóstoles atender personalmente a todos los aspectos de la obra, les parecía bien designar siete ayudantes de buen testimonio para tomar a su cargo la vigilancia por los intereses materiales de los santos. Puesto que estas actividades no demandaban todo su tiempo, les era posible tomar parte decisiva en el ministerio de la Palabra. Sabemos que Esteban y Felipe, que formaban el primer grupo de diáconos, tuvieron una actuación destacada en la predicación y la exposición de las Escrituras.
Con el paso del tiempo, se hizo sentir la necesidad de dar participación  en este ministerio a las mujeres idóneas. Así, hubo diaconisas en los tiempos apostólicos y hasta el siglo quinto en la Iglesia Occidental y hasta el siglo undécimo en la Oriental, cuando el diacono femenino desapareció tras de las reglas de los conventos.
Los requisitos para una diaconisa enunciados por Pablo en su Epístola a Timoteo 3: 8-11 a grandes rasgos son:
HONESTIDAD. Su conducta debe ser digna y ejemplar a fin de inspirar confianza y mantener a toda circunstancia un testimonio intachable.
SINCERIDAD. La diaconisa debe ser mujer de un solo parecer, no bilingüe o dada a la hipocresía.
TEMPLAZA. Tiene que ser moderada en todo. La indulgencia, aún en los apetitos legítimos, tiende al pecado. El espíritu codicioso manifestado en el amor a las torpes ganancias es condenado rotundamente en las Escrituras.
SUMISION A PRUEBA. Requisito primordial, evidencia del nuevo nacimiento y de la estabilidad de carácter. Sí el candidato no es capaz de resistir en el día malo, muy poco ha de servir para ayudar a otros.
DISCRECION. “ Si alguno piensa ser religioso y no refrena su lengua, sino engañando a su propio corazón, la religión de tal es vana Stg1:26 “ La chismosa es odiosa” como dice el refrán y causa grandes transtornos en cualquier sociedad. No tiene lugar alguno de en la Iglesia de Cristo.
FIDELIDAD. La fidelidad en todo es un requisito imprescindible. Esta es una de las cualidades que debe manifestarse en el período de prueba, pues antes de ser llamada para el diaconato, sin la fidelidad en lo poco, e inútil el encargo de mayores responsables.
A la vez que el pastor está llamado a ministrar en la Iglesia y especialmente en el púlpito, la diaconisa está llamada a ministrar principalmente en el hogar. Ningún pastor debe olvidad la importancia de esta esfera de influencia para la fiel diaconisa ofrece oportunidades de servicio que no se encuentran a ningún otro lugar.
Tanto Jesús como Pablo han subrayado la importancia trascendental de esta esfera de acción. ¿ Dónde tuvo Aquel su más inolvidables entrevistas con los fariseos, los publicanos y sus más  íntimos amigos sino en los hogares a donde le invitaron a comer. Precisamente por esto le tildaron de comilón y bebedor de vino y amigo de publicanos y pecadores, empero a El no le importaba pues había venido para buscar y a salvar lo que se había perdido.
LA HONRADA MENSAJERA.
Un negocio especial requiere un personal de confianza para su ejecución. Se cuenta que durante las campañas en España a principios del siglo pasado a raíz de la invasión de la Península Ibérica, por Napoleón, a un soldado inglés de habla castellana, había sido encomendado un recado de suma importancia. A pesar de la urgencia del encargo, este soldado se detuvo en una venta para probar los méritos del vino de la comarca y vencido por el efecto somnífero del licor, pronto se quedó dormido con consecuencias fatales. El recado nunca llegó a su destino y la coordinación de la retirada de las tropas británicas resultó grandemente dificultada. En una acción que no debería haberse realizado, el
enemigo fue repelido, pero entre los setecientos hombres que perdieron la vida figuraba el heroico Sir John Moore mismo. La imprudencia de un soldado cegó la vida de su jefe y privó a la nación entera de uno de sus grandes valores.
Cuan diferente se nos presenta el caso de Febe. Pablo había escrito su tratado de teología evangélica en forma de una epístola dirigida a la Iglesia de Roma. Concluido este documento cuya importancia para la iglesia Universal es incalculable, el apóstol tuvo que pensar en la manera más segura de hacerlo llegar a la ciudad imperial, a manos de los discípulos que allí moraban. No existía un sistema universal de comunicaciones en aquellos tiempos, de manera que el envió de una carta exigía la organización de un correo particular.
Para un asunto de importancia trascendental hubo una persona que se destacaba sobre todas las demás en el pensamiento del Apóstol. Se trataba de Febe, la diaconisa de Cencreas, fiel en lo poco se había mostrado digna de la mayor confianza de modo que aportó en esto sus servicios de postillota como nadie pudo hacerlo.
Pudo, haberse limitado su referencia a la portadora de la carta, a las palabras que se encuentran en su post-data : “ Fue escrita de Corinto a los romanos, envíada por medio de Febe, diaconisa de la Iglesia de Cencreas “ pero en lugar de hacer esto, incorporó en el último capítulo de la Epístola una credencial que suena como pasaporte para esta noble mujer de la Iglesia Universal.
“ Encomiéndoos empero a Febe nuestra hermana, la cual es diaconisa de la Iglesia  que está en Cencreas, que la recibáis en el Señor, como es digno de los santos y que la ayudéis en cualquiera cosa en que os hubiera menester, porque ella ha ayudado a muchos y a mí mismo “ Rom16:1-2
Tan solo decir que hermoso pasaporte para la tierra y para el cielo, que sea el anhelo de todos nosotros.

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