El estudio de hoy tiene su parte
central, dejando aparte a Jesús, a una mujer de la que por mucho que indaguemos
no podemos decir su nombre, ni su edad, ni cuantos hijos tenía (al menos una
hija si podemos afirmar), aparece tan solo esta vez en los Evangelios, y no se
vuelve a saber nada más de ella.
Se podría deducir que vivía con Simón y
su esposa, o que estaba de visita en la casa de Simón, aunque estos detalles
carecen de importancia; si fueran necesarios habría constancia de ellos.
*Lucas 4: 38-39
Entonces
Jesús se levantó y salió de la sinagoga, y entró en casa de Simón. La suegra de
Simón tenía una gran fiebre; y le rogaron por ella. E inclinándose hacia ella,
reprendió a la fiebre; y la fiebre la dejó, y levantándose ella al instante,
les servía.
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*Mateo
8: 14-15
Vino Jesús a casa de Pedro, y vio a la suegra de
éste postrada en cama, con fiebre. Y tocó su mano, y la fiebre la dejó; y ella
se levantó, y les servía.
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Pongo los dos textos para poder explicar mejor la
situación.
Vemos en el Evangelio de Lucas que Jesús y sus
discípulos Simón, Andrés, Juan y Jacobo venían de la Sinagoga en Capernaúm.
Sabemos también que era un día de descanso (Lucas 4:
31)
Se dirigen los cinco a casa de Simón para comer.
Habían presenciado los discípulos en la Sinagoga una sanación ese día.
Si bien la fiebre no es necesariamente mortal, en
esa época no era lo mismo que hoy en día, como ya sabes, si hay fiebre es que
hay infección y que esta se extiende si no se le pone remedio.
Vemos también que se dice “una gran fiebre”, por lo
que podemos saber que estaría la suegra de Simón completamente abatida, sin
fuerzas, podría incluso estar delirando pero no tenemos constancia de ello.
Los
discípulos conocen ya del poder que tiene Jesús sobre la enfermedad y sobre los
demonios. Jesús “inclinándose hacia ella, reprendió a la fiebre”.
Mira
ahora como viene escrito en el Evangelio de Mateo, “Y tocó su mano”. Se inclino y la toco en su mano
reprendiendo a la fiebre.
¿Sabias que en esos tiempos tanto judíos como
fariseos cada mañana al levantarse daban gracias a Yavé por no ser ni gentiles,
ni esclavos, ni mujeres?
Era la mujer considerada en un escalafón muy
inferior, pero para Jesús no hay ninguna distinción nunca, ni por raza, ni por
estatus social, etc. y mucho menos entre hombre y mujer.
Su poder de sanación y salvación es para todos por
igual.
Seguimos por ejemplo ahora con Mateo “y ella se
levantó, y les servía.”
Lo que nos enseña ahora esta mujer, la suegra de
Simón, es lo que deberíamos de hacer todos en cuanto somos tocados y sanados
por El Señor.
Probablemente por como están expuestos los versículos
sería lógico pensar que la suegra de Simón podría haber muerto a causa de la
fiebre; y sanó, no quedó rastro de fiebre en ella, fue tocada por la mano de
Jesús y vivió. Seguro que estaba inmensamente agradecida y se lo pago sirviéndole
a El y a sus discípulos, sirviendo al Señor y a su prójimo.
¿No somos nosotros otra suegra de Simón que hemos
sido tocados y sanados?
Al principio de este estudio dije que poco, por no
decir nada, sabemos de la suegra de Simón. Lo importante en esta mujer es que
entendió lo que quiere El Señor de nosotros aparte de obediencia, fe, amor;
servicio!!
Sirviendo a nuestro prójimo, sean o no hermanos,
estamos sirviendo al Señor.
El ha querido que esta y otras anónimas mujeres nos
muestren en los Evangelios su voluntad. La suegra de Simón es una de esas
pequeñas pinceladas que completan un gran cuadro.
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