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miércoles, 5 de febrero de 2014

JOSUÉ III. Batallas II.-Hai-



Josué 7: 1
Pero los hijos de Israel cometieron una prevaricación en cuanto al anatema; porque Acán hijo de Carmi, hijo de Zabdi, hijo de Zera, de la tribu de Judá, tomó del anatema; y la ira de Jehová se encendió contra los hijos de Israel.

Siguiendo con este estudio de Josué (parte I y parte II) vemos que después de la toma y completa destrucción de Jericó (menos Rahab y su familia) y habiendo ordenado Dios se respetaran los objetos de valor para ser depositados en el Templo a modo de anatema (ofrenda), el pueblo judío se dirige a la toma de la pequeña población de Hai.
Se mandaron espías para ver a que debían enfrentarse esta vez  y, a su vuelta, aconsejaron a Josué no mandar mas de 3000 soldados pues era pequeña la población y su numero inferior (Josué 7: 3-4).
Desastroso fue este primer contacto con esa pequeña ciudad, fueron derrotados, lo que parecía fácil se volvió imposible.
Vemos en los versículos del 6 al 9 el enojo de Josué y los sacerdotes, el desánimo del pueblo, el temor de ser atacados al saberse por otros pueblos de su derrota, las dudas que surgen entre Josué y los sacerdotes del por que tuvieron que atravesar el Jordán para morir en tierra prometida a manos de sus enemigos. Siempre que surgen miedos, dudas, preguntas. Cuando se siente alguien “abandonado” por Dios, ver que una promesa no se esta cumpliendo cuando se piensa como hombre que debe de ser; Dios no te abandona, todo tiene su explicación, algo se esta haciendo mal para no recibir lo prometido, para que Dios le de la espalda a su pueblo. En el caso del pueblo judío fue por el pecado de uno de sus miembros, Acán que decidió coger por codicia parte del oro y la plata destinadas a la ofrenda a Yavé.

*Josue 7: 10-11
Y Jehová dijo a Josué: Levántate; ¿por qué te postras así sobre tu rostro? Israel ha pecado, y aun han quebrantado mi pacto que yo les mandé; y también han tomado del anatema, y hasta han hurtado, han mentido, y aun lo han guardado entre sus enseres.

Estaba claro lo que se debía hacer, devolver el anatema al Templo y castigar al infractor, mientras no se hiciera sería imposible para el pueblo de Dios el vencer en ninguna de sus batallas, se debia eliminar lo malo de dentro del pueblo, el pueblo habia perdido la fe por consecuencia del pecado de uno de sus miembros, una pequeña parte del pueblo estropeó a un pueblo entero (podríamos aqui citar la parábola de la levadura). Aquí tubo que utílizar Josué sus dotes de líder (7: 19) para que Acán confesara su pecado y fuera castigado.

*Josué 7: 15
y el que fuere sorprendido en el anatema, será quemado, él y todo lo que tiene, por cuanto ha quebrantado el pacto de Jehová, y ha cometido maldad en Israel.

Se apedreo a Acán y su familia, siendo despues quemados junto a sus pertenencias.
El favor de Yavé ya estaba restaurado para con su pueblo, de nuevo Dios guiaba a Josué y su pueblo.

*Josué 8: 1-2
Jehová dijo a Josué: No temas ni desmayes; toma contigo toda la gente de guerra, y levántate y sube a Hai. Mira, yo he entregado en tu mano al rey de Hai, a su pueblo, a su ciudad y a su tierra. Y harás a Hai y a su rey como hiciste a Jericó y a su rey; sólo que sus despojos y sus bestias tomaréis para vosotros. Pondrás, pues, emboscadas a la ciudad detrás de ella.

Mandó Josué soldados a la parte trasera de Hai (entre Hai y Bet-el) y el resto del ejercito se pondría a la vista del pueblo de Hai.
La estrategia resulto y los ejércitos de Hai y Bet-el salieron al encuentro de Josué y los suyos igual que hicieron en el primer ataque. Josué y el ejercito dieron media vuelta haciendo ver que huían. Esta vez se encontraron con que los emboscados tomaron la ciudad de Hai vacía de soldados, la cual fue quemada y su rey apresado. Al ver a lo lejos el ejercito de Hai la columna de humo que provenía de la ciudad solo le quedó luchar contra Josué y los suyos en campo abierto y entre dos fuegos hasta su fín.

*Josue 8: 26-29
Porque Josué no retiró su mano que había extendido con la lanza, hasta que hubo destruido por completo a todos los moradores de Hai. Pero los israelitas tomaron para sí las bestias y los despojos de la ciudad, conforme a la palabra de Jehová que le había mandado a Josué. Y Josué quemó a Hai y la redujo a un montón de escombros, asolada para siempre hasta hoy. Y al rey de Hai lo colgó de un madero hasta caer la noche; y cuando el sol se puso, mandó Josué que quitasen del madero su cuerpo, y lo echasen a la puerta de la ciudad; y levantaron sobre él un gran montón de piedras, que permanece hasta hoy.
Varias son las enseñanzas que podemos encontrar en las dos batallas para la conquista de Hai.
Tal como se ha comentado antes en otras palabras, Dios quiere un pueblo obediente, un pueblo que rechace todo lo malo que le pueda afectar en cuestiones de fe y obediencia tanto directa como indirectamente.
Dios quiere hijos que se confiesen y se arrepientan de sus fracasos, de sus pecados, asumiendo las consecuencias y poniéndole remedio. Josué se avergonzó con su derrota delante de Yavé, actuó como Dios quería.
Quiere un pueblo que le escuche y siga sus instrucciones, Josué busco y supo encontrar donde estaba lo que les apartaba del beneplácito de Yavé, hizo confesar el pecado cometido y logró ponerle remedio eliminando todo lo contaminado. Consiguió que el pueblo de Dios volviese a tener fe en Yavé y se arrepintiera de su actitud de falta de fe.
Si no se sigue la voluntad de Dios es cuando toda batalla a la que te enfrentes estará perdida, no tendrás su apoyo.
Confesión, arrepentimiento, asumir las consecuencias y vuelta a Dios con humildad y fe, todo esto junto es sinónimo de victoria.
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