Josué 7: 1
Pero los hijos de Israel cometieron
una prevaricación en cuanto al anatema; porque Acán hijo de Carmi, hijo de
Zabdi, hijo de Zera, de la tribu de Judá, tomó del anatema; y la ira de Jehová
se encendió contra los hijos de Israel.
Siguiendo con este estudio de Josué
(parte I y parte II) vemos que después de la toma y completa destrucción de
Jericó (menos Rahab y su familia) y habiendo ordenado Dios se respetaran
los objetos de valor para ser depositados en el Templo a modo de anatema
(ofrenda), el pueblo judío se dirige a la toma de la pequeña población de Hai.
Se mandaron espías para ver a que
debían enfrentarse esta vez y, a su
vuelta, aconsejaron a Josué no mandar mas de 3000 soldados pues era pequeña la
población y su numero inferior (Josué 7: 3-4).
Desastroso fue este primer contacto
con esa pequeña ciudad, fueron derrotados, lo que parecía fácil se volvió
imposible.
Vemos en los versículos del 6 al 9
el enojo de Josué y los sacerdotes, el desánimo del pueblo, el temor de ser
atacados al saberse por otros pueblos de su derrota, las dudas que surgen entre
Josué y los sacerdotes del por que tuvieron que atravesar el Jordán para morir
en tierra prometida a manos de sus enemigos. Siempre que surgen miedos, dudas,
preguntas. Cuando se siente alguien “abandonado” por Dios, ver que una promesa
no se esta cumpliendo cuando se piensa como hombre que debe de ser; Dios no te
abandona, todo tiene su explicación, algo se esta haciendo mal para no recibir
lo prometido, para que Dios le de la espalda a su pueblo. En el caso del pueblo
judío fue por el pecado de uno de sus miembros, Acán que decidió coger por codicia parte
del oro y la plata destinadas a la ofrenda a Yavé.
*Josue 7: 10-11
Y Jehová dijo a Josué: Levántate;
¿por qué te postras así sobre tu rostro? Israel ha pecado, y aun han
quebrantado mi pacto que yo les mandé; y también han tomado del anatema, y
hasta han hurtado, han mentido, y aun lo han guardado entre sus enseres.
Estaba claro lo que se debía hacer,
devolver el anatema al Templo y castigar al infractor, mientras no se hiciera
sería imposible para el pueblo de Dios el vencer en ninguna de sus batallas, se
debia eliminar lo malo de dentro del pueblo, el pueblo habia perdido la fe por
consecuencia del pecado de uno de sus miembros, una pequeña parte del pueblo
estropeó a un pueblo entero (podríamos aqui citar la parábola de la levadura). Aquí tubo que utílizar Josué sus
dotes de líder (7: 19) para que Acán confesara su pecado y fuera castigado.
*Josué 7: 15
y el que fuere sorprendido en el
anatema, será quemado, él y todo lo que tiene, por cuanto ha quebrantado el
pacto de Jehová, y ha cometido maldad en Israel.
Se apedreo a Acán y su familia, siendo despues quemados junto a sus pertenencias.
El favor de Yavé ya estaba
restaurado para con su pueblo, de nuevo Dios guiaba a Josué y su pueblo.
*Josué 8: 1-2
Jehová dijo a Josué: No temas ni
desmayes; toma contigo toda la gente de guerra, y levántate y sube a Hai. Mira,
yo he entregado en tu mano al rey de Hai, a su pueblo, a su ciudad y a su
tierra. Y harás a Hai y a su rey como hiciste a Jericó y a su rey; sólo que sus
despojos y sus bestias tomaréis para vosotros. Pondrás, pues, emboscadas a la
ciudad detrás de ella.
Mandó Josué soldados a la parte
trasera de Hai (entre Hai y Bet-el) y el resto del ejercito se pondría a la
vista del pueblo de Hai.
La estrategia resulto y los ejércitos
de Hai y Bet-el salieron al encuentro de Josué y los suyos igual que hicieron
en el primer ataque. Josué y el ejercito dieron media vuelta haciendo ver que
huían. Esta vez se encontraron con que los emboscados tomaron la ciudad de Hai
vacía de soldados, la cual fue quemada y su rey apresado. Al ver a lo lejos el
ejercito de Hai la columna de humo que provenía de la ciudad solo le quedó
luchar contra Josué y los suyos en campo abierto y entre dos fuegos hasta su
fín.
*Josue 8: 26-29
Porque Josué no retiró su mano que
había extendido con la lanza, hasta que hubo destruido por completo a todos los
moradores de Hai. Pero los israelitas tomaron para sí las bestias y los
despojos de la ciudad, conforme a la palabra de Jehová que le había mandado a
Josué. Y Josué quemó a Hai y la redujo a un montón de escombros, asolada para
siempre hasta hoy. Y al rey de Hai lo colgó de un madero hasta caer la noche; y
cuando el sol se puso, mandó Josué que quitasen del madero su cuerpo, y lo
echasen a la puerta de la ciudad; y levantaron sobre él un gran montón de piedras,
que permanece hasta hoy.
Varias son las enseñanzas que podemos
encontrar en las dos batallas para la conquista de Hai.
Tal como se ha comentado antes en
otras palabras, Dios quiere un pueblo obediente, un pueblo que rechace todo lo
malo que le pueda afectar en cuestiones de fe y obediencia tanto directa como
indirectamente.
Dios quiere hijos que se confiesen y
se arrepientan de sus fracasos, de sus pecados, asumiendo las consecuencias y
poniéndole remedio. Josué se avergonzó con su derrota delante de Yavé, actuó
como Dios quería.
Quiere un pueblo que le escuche y
siga sus instrucciones, Josué busco y supo encontrar donde estaba lo que les
apartaba del beneplácito de Yavé, hizo confesar el pecado cometido y logró
ponerle remedio eliminando todo lo contaminado. Consiguió que el pueblo de Dios
volviese a tener fe en Yavé y se arrepintiera de su actitud de falta de fe.
Si no se sigue la voluntad de Dios
es cuando toda batalla a la que te enfrentes estará perdida, no tendrás su
apoyo.
Confesión, arrepentimiento, asumir
las consecuencias y vuelta a Dios con humildad y fe, todo esto junto es sinónimo
de victoria.
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