Jehová,
no me reprendas en tu enojo, Ni me castigues con tu
ira.
Ten misericordia de mí, oh Jehová, porque estoy enfermo; 2
Sáname,
oh Jehová, porque mis huesos se estremecen. Mi al- 3
ma
también está muy turbada; Y tú, Jehová, ¿hasta cuándo?
Vuélvete,
oh Jehová, libra mi alma; Sálvame por tu misericor- 4
dia.
Porque en la muerte no hay memoria de ti; En el Seol, 5
¿quién
te alabará? Me he consumido a fuerza de gemir; To- 6
das
las noches inundo de llanto mi lecho, Riego mi cama con
mis
lágrimas. Mis ojos están gastados de sufrir; Se han enve- 7
jecido
a causa de todos mis angustiadores. Apartaos de mí, 8
todos
los hacedores de iniquidad; Porque Jehová ha oído la
voz
de mi lloro. Jehová ha oído mi ruego; Ha recibido Jehová 9
mi
oración. Se avergonzarán y se turbarán mucho todos mis 10
enemigos; Se volverán y serán avergonzados de repente.
En el Salmo 6 vemos el alma confrontada
con Dios Padre. Gracias al libro de los Salmos nos sentimos muchas veces
identificados con el salmista y a pesar del tiempo sus angustias, sus
tribulaciones, en el fondo son las mismas que produce dolor al hombre, al
creyente hoy y en todos los tiempos.
Vamos a dividir este Salmo en tres partes:
Reconociendo nuestro dolor.
Reconociendo nuestro estado espiritual.
Reconociendo nuestros privilegios ante
Dios.
RECONOCIENDO NUESTRO DOLOR.
En este primer apartado y al leerlo
cuidadosamente en que estado estamos, como esta nuestra vida, tomando conciencia
de que es lo que nos produce ese dolor, esa aflicción.
Jehová,
no me reprendas en tu enojo, Ni me castigues con tu
ira.
En este primer versículo nos damos
cuenta del temor que existe entre el salmista hacia la ira de Dios. Cuando nos
encontramos atravesando un momento de dolor, de angustia es indicativo de que
algo no va bien a nuestro alrededor, en nuestra vida, ya que hasta el alma se
siente atribulada. Pero David refleja muy bien la situación, cuando tomamos
conciencia de que existe algo que puede desatar la ira de Dios, es porque
sabemos que ante sus ojos algo no hemos hecho correctamente y de la misma
manera, sabemos al leer las Escrituras , que Dios castiga a los hijos de la
desobediencia, son algunas las ocasiones que hemos pecado sin ser conscientes
de ello, por tanto he aquí la importancia de ser examinados diariamente para
saber en que falta incurrimos y poder arrepentirnos, sin tener que volver a
caer en ella, porque en el momento de ser examinados si conocemos la característica
de ese pecado y volver a incurrir en el, es cuando nuestra angustia es como la
del Rey David, aflicción y temor ante Dios
Ten
misericordia de mí, oh Jehová, porque estoy enfermo;
Sáname, oh Jehová, porque mis huesos se estremecen
En el versículo 2 nos damos cuenta de
que hay un reconocimiento de nuestra flaqueza, del motivo por el cual sentimos
desfallecer, y no necesariamente se podría tratar de una enfermedad física,
sino como le ocurre al salmista una enfermedad espiritual producida como hemos
aclarado antes a consecuencia de una desobediencia, que al ser consciente de
ella y antes de pedir perdón, del arrepentimiento y reconocer la gran
misericordia de Dios, el salmista reconoce lo que Dios puede hacer en virtud de
lo que él ha cometido, es por ello que vemos como evidencia su estado de dolor,
de tribulación, suplicándole al Padre que reconozca su debilidad y que no lo
castigue.
Mi
alma también está muy turbada; Y tú, Jehová, ¿hasta cuándo?
En el versículo 3 encontramos la expresión de la propia
tribulación. David esta diciendo: pecamos y pecamos sin sentir pizca de
remordimiento, pero hay un momento, un instante que no tenemos la sensación que
el cielo cae sobre nosotros y es cuando tomamos conciencia del error y abrimos
esa línea de comunicación con lo mas Santo, es toma una conciencia clara, el
remordimiento se hace palpable, es como si dijéramos : “ Oh Padre, Señor mío
has estado esperando a que me arrepienta “
Vuélvete,
oh Jehová, libra mi alma; Sálvame por tu misericordia.
Es en este versículo 4 donde se esta confesando, poniendo de
manifiesto lo que necesita en su vida. Esta reconociendo que por el motivo que
fuese se había perdido la comunicación con El.( cuantas veces ocurre lo mismo
en los baches del creyente). Esta diciendo : a pesar de todo, vuélvete a mi Oh
Señor, quiero estar cara a cara contigo, cobijarme bajo tu amor, quiero sentir
que voy de la mano otra vez contigo.
En el Salmo no vemos el porque David llego a esa citación, lo
mismo ocurre con nosotros, no sabemos ni el como ni el porque, pero nos encontramos
como David, humillándonos mediante el dolor, la angustia, tomando conciencia de
nuestra aflicción.
El versículo 4 expresa claramente una aflicción verdadera, el
haber perdido la comunión, la relación, la confianza con el Padre, pero
hermanro@s reconocer nuestro dolor, nuestra aflicción es nuestro deber, y al
igual que el Rey David debemos implorar a Dios para que no nos trate como a
unos rebeldes sino como a uno de sus hijos,
Haciendo un poco de resumen de este primer punto diríamos: en
tiempo de dolor, humillación, suplicar que no nos tenga por rebeldes sino como
hijos ante el reconocimiento de la ira de Dios, mediante un reconocimiento también
de nuestra flaqueza y nuestro estado moral y espiritual.
RECONOCIENDO NUESTRO ESTADO.
Me
he consumido a fuerza de gemir; Todas las noches inundo de llanto mi lecho,
Riego mi cama con mis lágrimas
Vemos un primer reconocimiento en la
vida de David de un espíritu que se encuentra constreñido, y sabe que por si
solo no puede sanarse, no puede arrancar ese remordimiento, siente que en su
vida no hay ya paz. (¿ Te suena esa sensación? Por suerte o por desgracia a mi si).
Mis ojos están gastados de sufrir; Se han envejecido a causa
de todos mis angustiadores
En el versículo 7 encontramos algo
práctico y real. El reconocimiento de nuestro estado espiritual podemos verlo
de dos formas:
1-el gozo que sentimos.
2- La expresión de nuestro rostro,
sabemos que un hombre que confía en Dios, que esta en paz tiene un rostro que
refleja un espíritu gozoso.
Pero es aquí cuando nos damos cuenta en
los versículos 6 y 7 que David muestra que sus dificultades espirituales lo han
consumido, que su gemir no ha sido suficiente para sacarlo de ese estado, ya no
es aquel joven pastor, su rostro esta envejeciendo, resultado de cómo se
encuentra su alma, y vuelvo a repetir han pasado los siglos pero el sentimiento
es el mismo, cuando el creyente siente que ya ha llegado al límite de sus
fuerzas, que todos los recursos ya se han acabado es cuando se abre en canal
ante el Creador y le explica como se siente ( y lo sabemos, lo sabemos y alguna
vez seguimos llegando al límite en lugar de abrirnos al Señor todos los días).
Entonces podemos decir que hasta que no
asumamos y reconozcamos nuestro estado espiritual ante el Señor no podrá
existir ni paz ni reconciliación, la humillación del espíritu nos hará
encontrar nuevamente esa paz que tenemos en el Señor.
RECONOCIMIENTO DE NUESTROS PRIVILEGIOS
ANTE DIOS.
Apartaos
de mí todos los hacedores de iniquidad; Porque Jehová ha oído la
voz de mi lloro. Jehová ha oído mi ruego; Ha recibido Jehová.
Mi oración
En los versículos 8 y 9 David nos
muestra el reconocimiento de los privilegios que le son suyos como hijo del Altísimo,
¿ y cuales son esos privilegios? La seguridad de que Dios nos oye, ¿pero que
debemos hacer para que Dios nos oiga? El Sal 66:18
Si
en mi corazón hubiese yo mirado
a la iniquidad, El Señor no me habría escuchado
Nos da la respuesta. Aquí podemos ver
notoriamente que si sabemos guardar nuestro corazón de iniquidad podremos orar
y clamar a Dios, mas si por lo contrario seguimos inmersos en la iniquidad no oirá
nuestro gemido, y alguno se preguntara ¿porque? Porque Dios primero pide
santidad y luego es cuando nos escuchara.
Podemos llorar hasta el extremo mas
exhaustante pero si no reconocemos que necesitamos del Padre, seguiremos
angustiados.
Que solo existe una forma por la cual
Dios puede ayudarnos, cuando con una sinceridad verdadera nos humillamos y
buscamos al Señor y sentirnos gozosos cuando volvemos a estar en Paz y
sentirnos gozosos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario